Vestida de lluvia es una interesante obra de ficción intimista, emocional y profundamente humana. En un nivel estrictamente formal, merece la pena destacar varios aspectos: el extraordinario dominio de la prosa. Es cercana, realista, creíble y efectiva; rica en matices y en vocabulario. Los distintos espacios por los que se desarrollan las tramas están descritos con detalle y precisión, como también los personajes. Una obra muy bien redactada, con una estructura impecable.
Mención aparte, merece el tono reflexivo que se impone desde el primer momento, así como su capacidad para arrastrar al lector desde la primera página y hacer que empatice con los protagonistas.
En la novela, los personajes establecen una comunicación con la maternidad y la trasladan al lector. La protagonista va integrando su nueva situación. A partir de pequeños detalles de la trama, aflora la forma con que ella estructura su identidad.
Las imágenes que ilustran la novela, desde la portada hasta las fotografías del interior, tienen un carácter simbólico. Apoyan y refuerzan las vivencias de los personajes. Acompañan la lectura y trasladan la realidad del argumento a un segundo plano que realza o profundiza su perspectiva. Un sinfín de matices de gris, entre blanco y negro, ofrecen la complejidad que plantea capítulo a capítulo Vestida de lluvia.