A través de muy distintos (quizá no tanto) personajes, la locura, el humor y la melancolía se mezclan como los colores de la paleta de un pintor. Unas veces juntos, otras separados, el humor seguirá el rastro para volver con ellas, porque sin su compañía no existiría, perdería la cabeza, y sin humor en la paleta, acabarían por desaparecer todos los colores.
El miedo y el amor son inevitables. Cada historia los abrazará o rechazará según sus circunstancias y deseos en cada momento. Una cabeza perdida, un flamenco, un investigador, una pintora, un ser extraño en la luna y muchos otros, al ritmo de sus latidos lubdum, crearán una música única que, poniendo atención en nuestra vida diaria, también escucharíamos y nos haría bailar cada día como si fuera el último en la Tierra.