Uno suele perder las llaves, el móvil, la clave del wifi, un céntimo de euro… ¡Pero no a una anciana!
¡¿Cómo se puede perder a una señora de ochenta años que se mueve a la velocidad de un gusano de
seda?! Pues esto es precisamente lo que le sucede a Juanamari al pasar el fin de semana en el pueblo
de su abuela Nuchi.
La jubilada desaparece de la noche a la mañana, y para Juanamari, cuya única compañía en ese lugar
es la mascota de su abuela, un perro salchicha feísimo, comienza entonces un periplo contra el reloj
por localizarla antes de que regresen sus padres, no sea que, como castigo por perderla, la envíen a
Inglaterra a aprender inglés (y en verano, ojo).
Forzada por la situación, y alimentada solo a base de albóndigas (lo único que guarda su abuela en la
nevera), la niña se recorrerá la localidad a lo “Cherlock Jolms” en busca de Nuchi. Con el perro
“longaniza” siempre a su lado, en su camino se topará con personajes chiflados y vecinas
esperpénticas, lo que le llevará a vivir unas experiencias absurdísimas.
Al mismo tiempo descubrirá detalles de la vida de su abuela que desconocía y que la harán flipar en
colores.