Ella se fue a dormir antes de que el sueño llegara, escucha un programa de radio que la ayuda a dormir. Durmió toda la noche sin interrupción. Despierta y se levanta para ir al baño. Sale de la habitación y todo en ella era normal, no sabía lo que le esperaba cuando pusiese sus pies en el salón. Ve cómo sus piernas van de un lado para otro, y esto tomó gran velocidad, ella se golpea contra las paredes de uno y otro lado. No podía parar. No era ella quien provocaba aquel fenómeno. En un momento dado, bajó la cabeza para mirar sus piernas y no podía creer lo que le estaba pasando. Sus piernas se movían a una velocidad difícil de entender. Llega al baño guiada por alguien que ella no podía saber quién era, y en ese momento este fenómeno vivido por ella desapareció. Salió del baño, caminaba tambaleándose por aquel suceso, no sabía si llamarle aterrador, se dirigió a la habitación que comparte con su esposo, le dice que se levante porque cree que está pasando algo malo en su cabeza. El esposo la lleva a urgencias, la atienden de inmediato, todavía su cuerpo no estaba muy estable y le ofrecen una silla para evitar que ella caminara. Le hicieron todo tipo de pruebas y todo estaba bien. Le dijeron que tenían allí una psiquiatra, que si quería hablar con ella. Respondió que no tenía ningún inconveniente, que le parecía bien. ¡Ella sabía que no estaba loca! El momento en que la doctora preguntó por el suceso y ella contestó, la psiquiatra dijo: «Usted no tiene ningún problema, su cabeza está bien».