Mediante la alternancia narrativa de la primera y tercera persona y las referencias espaciotemporales pasado/presente, El lago de los secretos nos ofrece la historia de Mikel e Idoya, contada por ella misma y el narrador testigo, incluso por una tercera voz en forma de carta que surgirá casi al final de la obra. Esta nos habla del poder sublime, catártico y destructivo del amor, de las trampas de lo aparentemente perfecto, del peligro y las implicaciones de la mentira, de la génesis y factura de los secretos.
Con una prosa ágil y directa, esta novela corta penetra en los insondables misterios de la vida y, poco menos que a un ritmo trepidante, nos sitúa en la década de los ochenta y en la actualidad, en escenarios tan diversos como Pamplona, Isaba (Navarra), París y Madrid, con momentos de gran intensidad y un desenlace inesperado.