¿Imaginas que hay otra dimensión de la realidad, otro lado de lo que nuestros
sentidos pueden percibir y creemos conocer desde que nacimos? ¿Otro lugar
en el que en cualquier momento podríamos nacer y llevar una vida paralela a
la que llevamos a este lado?
Pues bien, eso es Benisfant. Si abres la primera página de La sangre de la tierra,
penetrarás en sus tierras y conocerás a los ancestrales pueblos que lo habitan,
su fauna, su flora y los increíbles sucesos que Adrián conocerá cuando se convierta
en Troisen.
Desde el principio de los tiempos, ambos lados están relacionados como ambas
caras de la luna. El vínculo entre ellos depende de unas personas desde tiempos
inmemoriales: los sacidayem.
En el mismo segundo que uno muere, otro nace en su lugar a través de una
cadena eterna que si alguna vez se trunca supondrá el final de ambos lados,
ambas realidades, con todo lo que contienen.
¿Jesucristo, Buda o Mahoma pudieron ser sacidayem en su debido momento?
La interminable cadena se repite a través de la historia hasta llegar al último
sacidayem vivo.
Solo queda una pregunta: ¿será este el último?