Este libro fue un impulso. Al ser consciente de que mi discapacidad
visual era de un 81%, el miedo invadió mi alma y sentí la necesidad de
valorar y disfrutar de la dicha que tenemos cuando nuestros ojos nos
guían. Después de una temporada tortuosa autoanalizando y culpando
a mis errores para justificar mi enfermedad, me di cuenta de que no era
el camino para llevar una vida normal. La resignación afloró cuando
descubrí que sufrir por una posible oscuridad era angustioso, y me
dediqué, aunque con mucha dificultad, a escribir.
Años atrás, la música fue mi principal aliada para denunciar la violencia
y el maltrato de los que fui víctima, pero seguían mis temores. Se
juntaron dolores y tristezas, y con el canto pude encontrar un aliciente.
Hoy escribo sin dejar de cantar. No se si mi historia la leerán muchas
personas, pero sí estoy segura de que, si llega a las manos de alguna
mujer que dude de su poder, de su fuerza y talante en su trayecto vital,
quizás mi experiencia pueda aportarle algo.
Amor e imprevistos son episodios de mi vida donde hombres buenos,
malos, con sus propias filosofías y miedos, marcaron mi vida. La voz
de la conciencia defiende mi existencia y me ayuda a encontrarme y
reconocerme como una mujer nueva. Mis desafíos fueron descubiertos
después de haberlos vivido, y finalmente reconozco que la vida es un
despertar, escuchar, aprender, reconocerte, intentar no sufrir, afrontar
todos los obstáculos con valentía, no olvidar, avanzar, prever, abrazar el
amor y sonreír.