Este libro de postres caseros es una autentica golosinería para el ánimo, un interminable abecedario de bollos, flanes, licores… y de casi todo lo que se pueda imaginar en repostería. Recetas creativas, de lectura fácil, composición más complicada, cortas, rápidas, tediosas, guardan un mismo secreto, una confitería con ingredientes que alborotan los sentidos; dulces tradicionales, algunos llevan sello familiar, nombres de amigos, creaciones propias, elaboradas con productos de siempre, de los de tener a mano o de los «de déjame esto que a mí me sobra de aquello»: leche, huevos, fruta de temporada, almendras… para Navidades, Carnavales, Semana Santa, día de Difuntos, o lo que se tercie, aunque no seas goloso, atrapan. Pero para qué decir más si es hora de gozar los alimentos, sacar los atarecos, poner las manos en la masa y, antes de que el olor atraiga alguna visita inesperada, preparar la mesa con licorcito o café de la tierra, porque no hay nada mejor que terminar el día a la fresca, si el tiempo acompaña, con un dulce y una buena parrafada.