Enrique es un productor de programas de radio que trabaja en la única emisora cultural del estado. Se encuentra sumamente aburrido porque le parece que el mundo se reduce a una irremediable y continua trivialidad. Ya nadie se preocupa por hacer algo para que el mundo detenga su destrucción, y lo único que prevalece es un exacerbado individualismo. Pero ocurre un acontecimiento que cambiará su vida por completo. Las noticias anuncian la aparición de un virus que ha invadido todas las computadoras del mundo y los dispositivos móviles. Se trata de una ventana emergente que se presenta como «el mesías»; cumpliéndose así la profecía de la segunda venida de Cristo. Como productor de radio, inicia una serie de programas participativos a manera de debates, donde invita a profesionales a defender sus posiciones: unos sostienen que se trata de Dios, otros que se trata de extraterrestres, y otros afirman que se trata de un virus.
Enrique, junto con su compañero y mejor amigo de la radio, Francisco, tendrá que lidiar con el hecho de que sus esposas son creyentes y ellos no. Se desata una cacería de hackers organizada por todos los servicios de seguridad mundial del ciberespacio, que lo catalogan como un delito informático, un robo de identidad: alguien que engaña a la población haciéndose pasar por Dios. La ventana del «mesías» convoca a manifestaciones contra la contaminación ambiental y el cambio climático, y una marcha mundial con el lema «no a la guerra», logrando la asistencia de cientos de millones de personas, con la amenaza de que, si las instituciones pertinentes no hacen algo para detener la destrucción del mundo, se tomarán medidas menos pacíficas, hasta llegar a apagones masivos en todos los países. El poder que alcanza la entidad anónima es tan grande que ya a nadie le importa si se trata de Dios, de los extraterrestres o de unos hackers; la población se siente identificada con los propósitos en sí mismos. El peligro inminente para la cúpula de los poderosos y dueños del planeta se ve tan seriamente amenazada que deciden iniciar un programa mundial de cambios sociales en favor de la justicia. Esto provoca una tregua, y el tal «mesías» se repliega y se limita a ser solo un confidente, un consolador, una especie de paráclito que ayuda a todo aquel que lo busque. El mundo ha encontrado, por fin, un líder imbatible, una entidad anónima que se nutre de la fe cristiana.
Enrique, su esposa y sus amigos piensan que debe pervivir su mensaje, y como fieles apóstoles,
deciden utilizar las redes sociales para continuar con las manifestaciones en su nombre.