Abrir las páginas de este libro es ir encontrando pequeñas sorpresas en forma, por ejemplo, de un logotipo cuya chispa se encendió hace unos años y se ha madurado para esta publicación, o de una cita elegida por haberme sentido reflejada en ella desde que la leí, cuyo autor, amablemente, me permitió su inclusión.
Suaves y tranquilos pasos para adentrarnos en el camino a distintos parajes: sendas de tierra y ramas, pisadas sobre arenas, bajada a grutas internas de paredes y suelos encharcados, desiertos calcinados, lluvia urbana surgida de notas musicales, reencuentros importantes, ensoñaciones, cotidianidades que tiran de la atención para hacerse presentes, chispas de felicidad que inundan un instante…
La mayoría son poemas de versos libres, pero hay incluido algún que otro de versificación clásica. Pura añoranza.
En cuanto a su justificación prefiero la alineación al centro. Esta disposición contribuye y me ayuda a dar forma y a modelar visualmente la composición.
En este poemario están aunadas las dos grandes inclinaciones que más fuerza han tenido a lo largo del tiempo: la escritura y la imagen. No era la idea en un principio, pero surgió y fui cediendo a su influjo.
Son bosques arbóreos, de rocas y piedras, de agua dulce o salada, de viento, de hielo, de sol, de frescor, pero todos ellos resistentes y frágiles, por eso los llamo Bosques de cristal.