Cuando finalizaba la década de 1750, el fallecimiento del rey Fernando VI sin herederos directos dio la oportunidad a su hermanastro Carlos VII de Nápoles de sucederle en el trono español. Nuevo monarca y nueva política, condicionada sin duda por un cuarto de siglo al frente de la corona napolitana, en cuyo gobierno sería determinante la figura de Leopoldo di Gregorio, marqués de Esquilache, que asumiría la competencia de las carteras de Hacienda y de Guerra. Durante los años que siguieron tratarían de implantarse una serie de reformas y cambios de política que, contra la voluntad de sus dos protagonistas principales, conducirían a una derrota militar frente a Inglaterra y a los motines de la Semana Santa de 1766, abrupto punto final de la primera parte del reinado de Carlos III de España. En esta obra se pasa revista a ese periodo con un enfoque multidisciplinar que analiza no solo los principales acontecimientos, sino también el contexto económico, diplomático y militar, con el objeto de valorar de forma más objetiva el desempeño en estos años cruciales tanto del monarca como de su principal colaborador, al tener en cuenta las posibilidades reales de la corona española y, por tanto, los límites objetivos de su acción de gobierno.