El autor, a través de ilustres «ribeiranos», nos presenta una interesante y documentada obra de no ficción histórica. Aunque el lenguaje empleado es académico, se entiende a la perfección. El amplio anecdotario hace llevadera una narración que nos adentra en los recovecos de la fascinante centuria del siglo XIX. A poco que destapemos, pues, el frasco de las esencias, saltan a la luz figuras notables de la comarca del Ribeiro que revelan la existencia de una sociedad dinámica en el marco local que sigue el ritmo de lo acontecido en el ámbito estatal.
Afloran eximias figuras como los Pardo Osario, los Hermida Cambronero o los Arias Teijeiro, en la Guerra de la Independencia; Pedro Cortiñas, vecino de Ribadavia, o el abuelo del Marqués de Vaamonde, en las Cortes Constituyentes de Cádiz; e incluso, este último, o los Peinador, en el período del Trienio liberal. Además, Vizmanos, jurista de primera talla, al igual que Hermida Cambronero, forma parte de la Comisión de Códigos.
Ya durante las regencias y el reinado de Isabel II, Ramón Pardo firma la Constitución de 1837. Eduardo Chao participa en la Revolución de 1840, y en 1843 Joaquín Pardo preside la Diputación de Ourense para contener la revolución de los «ayacuchos».
Luego, en 1846, Antonio Domingo Merelles apoya a Solís. Posteriormente, la Casa de los Ulloa y Rey, durante el gobierno de Narváez, accede al Congreso. Entretanto, Ramón Pardo repite candidatura en el bienio progresista. En seguida, hasta la crisis del moderantismo, es el Marqués de Vaamonde la cabeza visible del liberalismo moderado de la villa. Más tarde, Cesáreo Rivera y, sobre todo, Eduardo Chao tendrán un destacado protagonismo en el Sexenio Revolucionario.
Al «experimento» de la República le sucedió la «perspicacia» de la Restauración. En esta etapa es Adolfo Merelles Caula el que ejerce su primacía versus Bugallal. Finalmente, en las postrimerías del siglo XIX aparece la magia «riberana» en el marco religioso, con Ferreiroa Millán; o en el cultural, con Said Armesto o Silvio Fernández; e incluso, el hechizo de San Clodio, con Eladio Rodríguez, o con Samuel Eiján… Todos ellos dejaron para siempre su huella impresa en la memoria histórica del país.