“Siempre me he preguntado – prosiguió la Tierra – porque entre dos opciones elegís por regla general, la incorrecta. Lo mismo os ocurrió con la Filosofía. ¿Por qué, en lugar de beber la cicuta socrática de las abstracciones universales; el platonismo de La República y las excentricidades del Timeo; la filosofía estoica de la resignación y la imperturbabilidad del ánimo (Ataraxia); las delirantes e infantiles ideas aristotélicas sobre el motor inmóvil o, la sofística idea protagoriana del hombre es la medida de todas las cosas, porqué – os pregunto – no decidisteis quedaros a vivir todos juntos en el jardín de Epicuro?”
“¿Por qué… renunciasteis a la política como expansión de la felicidad, como expansión de la vida, una política que pretendía esparcir universalmente, la seguridad, la felicidad, la justicia, la sabiduría, la belleza…?” (Emilio Lledó)