Siempre tuve el deseo de devolverle parte del alma a mis primeros pasos en las letras. Pero nunca llegó la ocasión, porque, entre otras cosas, empezaron a surgir posibilidades para editar mi obra posterior.
Sin embargo, treinta y cinco años después, pese a que, vistos desde un enfoque retrospectivo, aquellas composiciones de la adolescencia a mí mismo me resultan un tanto retóricas e ingenuas, ha vuelto con fuerza el deseo recurrente de reparar una primera impresión maltratada y mutilada. Y esa es la razón que me mueve a promover esta nueva edición, corregida y aumentada de La memoria ausente, en la que el lector tendrá en sus manos los textos editados en su momento, pero ahora sin censuras, y con los poemas que en su día fueron excluidos en contra de mi voluntad.