En este trayecto por estos ensayos de relato, se encuentran dispersos fragmentos de realidad, a veces realidades duras, que se muestran de una manera sutil y delicada. Recorren sus páginas
varios mundos, pero sobretodo priva el mundo de los sentidos y las sensaciones. No son tanto una historia lineal al uso que empieza y acaba, sino lo que provoca esa historia que pretende
contarse. Y esa historia nace desde dentro. Nace de dentro hacia fuera y se adorna, por decirlo de alguna manera, con esa libertad que nos da la fantasía.
Cada historia es un pequeño universo de sensaciones cuyo único objetivo, si tienen alguno, es provocar en el lector algún tipo de sentimiento. Desde las imágenes, se intenta explicar esa realidad que a veces duele, otras, subleva, pero no nos deja indiferentes.
Son trocitos de vida, trocitos de superación, trocitos de miserias y alegrías. Trocitos que se visten de muchos colores, desde el blanco hasta el negro para contarnos aquellas cosas cotidianas, como la historia de María y Filomena entre otras. Nombres de mujeres, de esas mujeres de carne y hueso que nos cruzamos cada mañana.
En ellos también pasearemos por esas sendas recónditas de la búsqueda constante del ser humano en su intento por buscar otros caminos, a pesar de que la lucha sea titánica y duela.
Nos encontraremos remansos de paz y nos sentiremos acompañados por la música y la luz del otoño. Pasearemos por el amor, por ese canto al erotismo y a la sugerencia en el encuentro de dos pieles. Y también nos llevaran a adentrarnos en esos territorios incómodos, en donde la muerte y la sinrazón son las vencedoras.