La tensión constante cobra inevitablemente un tributo a la salud y a la
eficiencia a todos, incluso a los más fuertes, y las tensiones de la vida actual
son la causa de las crecientes enfermedades cardíacas, de la hipertensión
y de las úlceras de estómago.
Si decimos que somos el espíritu que vive en nuestro cuerpo, es lo mismo
decir que nuestro cuerpo es el vehículo de nuestro espíritu. Y, por tanto,
este vehículo debe cuidarse con la relajación meditativa de espíritu de
Dios. O sea la relajación metafísica, no con tu fuerza física, sino con tu
fuerza de espíritu constante en su palabra; sus oraciones y sus salmos.
Si no queremos sucumbir a esas tensiones que constituyen una amenaza
para nuestra salud, debemos aprender las técnicas de relajación que nos
permiten dar al cuerpo su merecido descanso y proveerse de la recarga
necesaria.
Este libro, llamado el Loyola, establece un programa completo para la
relajación física y espiritual, y nos enseña el arte de la serenidad y cómo no
ser presa de esa sensación que nos impide disfrutar de energía duradera.