Crónicas desabrigadas añade otro tomo a la literatura de un autor empeñado en aferrarse a historias tan singulares como completamente verídicas, generalmente localizadas en el siglo XX. Muchas de esas historias tienen nombre y apellidos, desde el astrónomo que construyó su propio observatorio hasta un perro guardagujas, pasando por un ermitaño que vivió en una estación vacía durante tres décadas. También hay carreteras de far west, historias de la Guerra, enredos entre políticos, crímenes, un pueblo plagado de nombres raros… y ferrocarriles, claro. La prosa de Manel Kaizen sería incompleta si no apareciesen raíles oxidados.
Todo ello en relatos breves que saltan de un tema a otro de forma deliberadamente anárquica. Bienvenidos a esta anti-guía de turismo, el libro de cabecera para los que van donde no va nadie.