Shanghái, 1948. Durante la Revolución china una madre pide ayuda a los misioneros para salir de allí, a cualquier lugar. Sabiñánigo, su evolución y su industria serán el escenario de su nueva vida.
Liang-Ching, el hijo que les acompaña, con la mirada siempre vuelta a China, desarrolla su vida en el encuentro con los demás; se siente extranjero. Solo el amor y sus consecuencias le reconciliaran con la tierra que le acoge: «Porque vosotros sois hijos de la tierra, de esta tierra que se ha unido de Oriente en Occidente y del viento que sopla donde quiere y nos presagia un nuevo mañana que vosotros deberéis hacer mejor que el nuestro». Mei-li, su esposa española, con nombre chino, es su contrapunto y su horizonte.
Es un homenaje a la persona en constante evolución y crecimiento.