Volar es caer, herirse y romperse en mil pedazos.
Volar es sangrar, padecer y hundirse hasta el suelo.
Volar es cicatrizar, sanar, coger impulso y elevarse aún más alto.
Volar es ayudar a alzar el vuelo mientras dejas que te eleven.
Todas las formas de volar es el intenso y dramático poemario de una adolescente con una experiencia y un estilo muy por encima de sus quince años. Lena Victoria nos va mostrando, verso a verso, su interioridad en carne viva, su sufrimiento insoportable, como uno de tantos restos que el naufragio de la modernidad va arrojando en las innumerables playas de eso que llamamos mundo desarrollado. Supongo que Lena no conoce a Nietzsche, pero en ella y en su mundo se cumple, como una terrible maldición, el diagnóstico del alemán: hemos matado a Dios y provocado un cataclismo universal ingobernable. Al mismo tiempo, los versos de Lena demuestran, de forma irrefutable, que esta chiquilla encantadora y todos los seres humanos estamos hechos para la belleza, esa consoladora realidad que también conocemos como amor y amistad.
José R. Ayllón