CÍRCULO ROJO.- Andrés Pérez Galán destaca de su obra, ‘La idea del Mundo’ la autenticidad de la misma. “Es una novela de fantasía oscura en la que el componente fantástico el lector lo percibe como auténtico, así como la trágica historia de sus protagonistas, cuyas emociones, pensamientos y decisiones se sienten orgánicos en todo momento. En otras palabras, es una historia viva”.
Publicada en Círculo Rojo, Grupo Editorial, el lector va a encontrar, según las palabras del autor, “una obra que es imperfecta porque ha sido escrita por una persona imperfecta. No puede haber fallo en ella, sea del tipo que sea, puesto al azar. Por ello, se convierte en tarea del lector adivinar su propósito y ojalá sean las partes buenas contenidas en ella las que acaben inspirándole en desarrollar un corazón más noble del que seguro que ya tiene porque esa cualidad es la que se necesita para leerla hasta el final”.
SINOPSIS
Dios, ‘La Idea del Mundo’, pensó en cómo podía representarse en la realidad que conformaba la amalgama etérea de su existencia.
Así, primero nació el Vacío, con el fin de poder percibirse, pero este era tan denso como infinitas mareas de pliegues que se superponían entre sí.
Por tanto, para poder distinguirse, creó una singularidad en su centro, el Santo, que encandiló sus sentidos.
De la combinación de ambos, en la dimensión equidistante, nació Eiyen, gracias a la cual por fin pudo contemplarse a sí mismo, y sentenció: «Esta es la idea de lo que soy y de lo que seré a partir de ahora, lo decida mi fragmentación en infinidad de seres hasta que vuelvan a juntarse en Uno: el decaer y resurgir interminable de mi existencia».
Y entonces el ciclo vital tuvo lugar.
La Idea del Mundo adquirió máxima complejidad y, al reflejarse en sus límites, se empezó a resquebrajar de la presión que le supuso tal categorización.
Entonces, la convergencia por la supervivencia empezó y, en la síntesis que supuso esa dialéctica, la Idea de un Mundo Mejor germinó en su lugar.
Pero la creación, desconcertada por su reflexión, escondió entre sus pliegues el esplendor que emanaba, con el motivo de continuar su extensión.
Y en ese instante se condenó a volver a nacer, delimitándose en el acto por la imperfección de su existencia obligada, otra vez, en las diversas manifestaciones de sí misma… Hasta que por fin despierte de su embelesamiento.
AUTOR
Siempre supe hacia dónde debía llegar porque así fue como lo pacté con padre. Yo caminaba y él enderezaba mis pasos. La tribulación fue grande. Nunca estuve roto ni fui imperfecto, a pesar de mis muchos tropiezos, porque siempre me arrepentí de corazón. Todo me fue dado poco a poco, pero ninguna de las bendiciones fue tan grande como la que sostuve aquel amanecer entre mis brazos: tú. Siempre fuiste tú. Un plan… Una visión… Y los he cumplido, y es así que también sé que seré capaz de seguir disfrutando de este sueño en la eternidad que sigue hasta que nos volvamos a encontrar.
Te quiero, Lara. Mi princesa, mi hija, mi mundo.