Francisco Caro (Lumbrales, Salamanca, 1957) es un filólogo, padre y abuelo jubilado (todo lo demás es circunstancial e intrascendente), que ha conseguido transitar su vida a través de la apacible cadencia del mismo pueblo que le vio nacer, uno de tantos de esa España abandonada de la que se habla mucho y sobre la que apenas se hace nada. Nieto de un agente ferroviario destinado en la línea XI (La Fuente de San Esteban, Barca de Alba), el tren, la estación y la vía siempre formaron parte del idealizado subconsciente de su infancia, del inconsciente legado de su juventud y del convencimiento consciente del injusto abandono actual, a pesar de su declaración como Monumento y Bien de Interés Cultural.
Partidario de la vuelta de un tren, incluso de vapor, se conformaría también con la rehabilitación de sus estaciones y la circulación de pequeños vehículos, como los que reivindica la Asociación de Frontera Tod@vía, por sus históricos raíles, algo que, posiblemente, no llegará a conocer, pero que está seguro de que será realidad algún día. Mientras tanto, solo se le ocurre soñar con ello y recrearse fabulando historias sobre esa vía. Historias como esta Carbonilla que ahora tienes en tus manos. Ojalá disfrutes leyéndola tanto como él lo hizo escribiéndola.