Esta es una historia que bien pudo darse en aquel medievo tardío, cargada de humanismo, aventuras, búsquedas de lo etéreo, intrigas y todo tipo de ingredientes, aderezados con citas históricas reales. Se ubica en una época importante para el reino de Aragón: el periodo entre la reciente supresión de la Orden de los Templarios y las guerras de Córcega y Cerdeña, con incursiones en los conflictos contra los piratas turcos que asolaban las costas del reino, además de las razzias fronterizas y reyertas señoriales. Nuño, un hombre marcado por un cruel e injusto pasado, se ha ocultado entre los pliegues de las montañas aragonesas, confundido entre las nobles gentes de una villa de la Sesma de Barrachina, Torrecilla del Rebollar. Templario de élite, Guardián del Baussant —solo el mejor de sus guerreros tiene el honor y la responsabilidad de tal dignidad—, guarda su anonimato con el máximo celo, pues este es su salvaguarda y la de su familia. El caprichoso destino lo reclamará de nuevo, esta vez tras los pasos de su hijo, al que cree enrolado en la hueste del rey para demostrar a su padre que ya no es un niño, después de una descalificadora corrección que ahora observa como sobredimensionada. Por su destreza con las armas, se ganará respeto, puesto y honores, así como la envidia de los cortesanos maldicientes. Algunos de ellos caerán yertos bajo su acero. Su periplo lo llevará a viejos escenarios que ama tanto como odia: ¡volver a verlos, sentirlos, tenerlos…! Las sombras de la noche le conducirán hacia un sol metálico cuyo brillo le es familiar, en busca de ese tesoro perdido del que se culpa injustamente: su hijo, la paz de su hogar.