Son muchos los artistas de primerísimo nivel en el campo de la escultura, de la pintura o de la orfebrería que han dedicado sus esfuerzos y lo mejor de si mismos al ámbito de la religiosidad popular, en especial a lo relacionado con las celebraciones pasionistas de la Semana Santa española. Y la historiografía ha tratado y trata de ellos con profusión.
Pero, junto a estos consagrados, han existido y existen otros numerosos artistas que más bien pueden ser considerados como artesanos, sin el nivel artístico de aquellos, pero que igualmente dedican sus esfuerzos a este campo. Sin su trabajo y contribución, la Semana Santa no sería lo que es.
Uno de estos “segundones” es sin dura Ángel Rodríguez Magaña, Escultor, Pintor, restaurador, tallista y comerciante de arte en el ámbito de las provincias de Cádiz, Sevilla o Huelva. Desde hace ya más de treinta años, su figura y su obra han sido recordadas, aunque de una manera parcial y, a veces, contradictoria.
Antonio García Herrera, investigador sevillano, fue el pionero en dar a conocer esta figura. Y ahora, en colaboración con el portuense Luis Alba medinilla, compatriota del artista indicado, han estudiado su figura y su actividad ya de una manera global, poniendo al alcance de todos a este personaje, con sus luces y sombras, pero que al menos merece ser recordado.