José Larena-Avellaneda Mesa (Las Palmas de Gran Canaria, 1946). Su padre, médico odontólogo, marcó su juventud y adolescencia al despertar en él el gusto por la mecánica y, sobre todo, la curiosidad por saber por qué y cómo ocurren las cosas: le enseñó a reflexionar. Recuerda verlo en el laboratorio de su clínica dental montando los dientes de las prótesis completas. Inevitablemente, también se hizo dentista, pero por decisión propia.
Los consejos de su padre le acompañarían toda su vida, como: «Yo haría esto, pero tú haz lo que creas conveniente, lo decides tú». Le transmitió la aceptación de la responsabilidad de sus actos, tanto personales como profesionales. Después, le indicó cómo aprender la profesión y lo guio acertadamente hacia su maestro en Barcelona, Pedro Planas, quien resultó ser una prolongación del planteamiento mentalista de su padre, lo que hizo que su curiosidad por los estudios de estomatología siguiera creciendo. Finalizó dichos estudios en 1974.
Su tesis doctoral, en 1994, fue consecuencia de la insistencia de un profesor de anatomía sorprendido por los logros obtenidos en su tratamiento de la neuralgia trigeminal a través de la sistematización de métodos de equilibrado oclusal. En 1998, descubrió una nueva patología craneomandibular, el CAT, que sin duda ha ayudado a despejar la niebla existente alrededor de la ATM, al comprobarse la desaparición, tras su tratamiento, de síntomas como cefaleas, mareos, boca ardiente, etc.
Después de sus primeros 25 años de práctica profesional, le pidieron y animaron a que enseñara todo en lo que había progresado, y lo hizo a través de un curso de formación en EOF y CAT que empezó a impartir en 2001 y que continúa ofreciendo en línea actualmente. Ahora, tras otros 25 años de experiencia, ha decidido recopilar en una trilogía, bajo el título La enfermedad de la evolución del aparato masticatorio humano, todas sus aportaciones a la estomatología.