Nací a mediados del siglo veinte, bajo el signo de cáncer, como predestinado a esta noble necesidad de la expresión poética.
Comencé a escribir en 1964, en plena transición de la adolescencia a la juventud, y desde entones, escribo por esa necesidad anteriormente citada de comunicar al hombre interior, al que tan pocos conocen, con el hombre que comparte su tiempo y afectos con todos los amigos y sobre todo con los míos, mis hijos y nietos.
A lo largo de esta trayectoria, he participado en distintas publicaciones poéticas, tanto nacionales como de Argentina, Perú, Chile, e incluso en una ocasión, publiqué con una pequeña revista de Marsella. Todas estas actividades me han enriquecido interiormente, mucho, han sido como un espejo en el que me he ido mirando sucesivamente y me he visto crecer y extenderme hacia todos, expandirme como la palabra lanzada al viento para que sea de todos, porque también de todos a los que he ido escuchando a lo largo de más de cincuenta años, he aprendido a ver por sus ojos, a sentir con una percepción paralela a la suya. Y reitero: madurando y aprendiendo a ser sobre todo honesto conmigo mismo y con la poesía, mi fiel acompañante durante este camino tan largo que he recorrido desde que escribí mi primer poema.
Todo esto es la poesía para mí: un constante diálogo conmigo mismo.