Francisco Cárdenas investiga crímenes, sí, pero también carga con ausencias que pesan más que muchos informes. Su vida transcurre entre el trabajo en la comisaría, los silencios cada vez más largos en casa y un paisaje que parece tranquilo… hasta que deja de serlo.
Una anciana aparece muerta con una radio encendida. Un secuestro sacude la comarca. Agricultores desesperados por una oleada de robos. Y entre todo eso: una red de trata, una mujer asesinada por escribir demasiado y una serie de pequeñas tragedias que revelan mucho más que delitos: muestran las fisuras de una sociedad que prefiere mirar hacia otro lado.
El inspector resuelve los casos, aunque al final de cada uno sabe que le espera una cama vacía.
Con ritmo ágil y una prosa sin adornos, Gregorio Sánchez Alarcón firma una novela de casos entrelazados que se leen como un todo. Historias que atrapan por su tensión, pero que permanecen por lo que cuentan de la gente.
Porque, a veces, lo más difícil no es resolver un crimen, sino entender qué nos lleva hasta él.