Un error de la justicia, un veredicto injusto y manipulado, y una larga sentencia llevan al personaje a la miseria y a mendigar por las calles de la ciudad. Convierte la catedral en su cuartel general.
Galán, que, por ensueños de su mente, se introduce en la piel de un perverso menesteroso arrabalero, aplica su propia filosofía de la vida, muy distinta de la lógica del indigente. Incapaz de diferenciar la ficción de la realidad, se ve envuelto en situaciones sádicas y agresivas.
Un mundo en el cual el personaje central, debido a sus características, se deja aducir por sus sueños, donde su cerebro privilegiado los transforma en realidad. Él ocupa el papel del protagonista principal en cada momento, convirtiéndose de forma circunstancial en héroe o villano de la trama. En sus conspiraciones callejeras estará siempre acompañado por una mujer misteriosa, a veces ángel, a veces demonio, que manipula el camino.
El misterio, el amor y la ternura son una constante controversia a lo largo de toda la obra, donde las peleas encarnizadas por apropiarse de las míseras migajas que les quitan el hambre constituyen el objetivo principal.
Las injusticias, la violencia, los crímenes, la traición y los celos se van abriendo camino, marcando con sangre la senda a seguir. Las carencias del respeto humano, las violaciones consentidas y vivencias surrealistas hacen de la obra un libro lleno de dureza.
En la mendicidad, las cosas más sencillas están llenas de dificultades insalvables, y la picaresca también juega un papel importante.
Las muertes prematuras marcan el destino hacia la paz.