Si lees esto es que yo ya estoy muerto y tú, de momento, no. Aunque lo estarás en breve.
(Te dejo tiempo para que vuelvas a leer la línea anterior, ¿ya?). Sigamos. No sé ni dónde, ni cuándo, ni en qué idioma, ni quién escribirá esta obra. El caso es que lo ha hecho, y eso puede salvarte la vida a ti y a otros ocho mil millones de personas. Le prometí a mi mujer que la información que tienes ahora entre tus manos moriría con ella, pero, una vez más, la engañé.
Durante dos años he intentado convencer a algún periodista o editorial para que publique estas páginas y creo que finalmente lo he conseguido. Mis contemporáneos no han querido escucharme pues me tachan de loco y borracho. Por ello, he narrado cientos de veces esta historia a lo largo del tiempo a numerosos novelistas y poetas de los que andan buscando a la musa, pero no la encuentran. Les he susurrado este manuscrito en sueños (ellos creerán que han sido ideas propias, pero no, fui yo quien los sugestionó). Parece que al menos he convencido a uno, y espero que sea bueno, ya que de su capacidad de convocatoria y difusión dependerá el destino de la humanidad.
LECTOR: Te ruego que, aun haciendo un considerable esfuerzo, tomes por cierto todo lo que aquí vas a leer y hagas lo imposible para evitar la terrible calamidad que se aproxima. Yo no lo he conseguido. Espero que tú, sí puedas.
Soy Edgar Allan Poe (†1809-1849-2037) y esta es mi historia…