Lorenzo Vidal (o Vidal Bis, como ustedes gusten) nos regala aquí un poemario donde se recoge un amplio abanico de versos, repleto de sentimiento y emoción, en el cual Monóvar, Salinas, la festa, la tradición, el vino, las gentes, los personajes, los paisajes, la política, el humor, el amor y hasta el desamor se erigen en sus principales fuentes de inspiración. Somos literalmente lo que pensamos, y ello provocará sin duda que el lector pueda verse reflejado o identificado de una u otra manera en algunos de sus cercanos poemas.
Sin duda es una obra afable, sencilla, construida para disfrutar. Un trabajo para ayudar a “desconectar” de lo rutinario y lo superfcial. Y es por ello que, ya sea utilizando esquemas de la métrica tradicional o al decantarse por el verso libre, Vidal Bis consigue que quien se adentre por este poemario a pequeños tragos, sin prisas, pueda deleitarse con la aparente simplicidad de la vida cotidiana, de los pequeños placeres de la existencia, de la festa, de la sencillez de los personajes cercanos, de la vida misma. De esta forma propone un vivir que ahonde en lo vivido, buscando acomodo en una nostalgia serena y plácida, convirtiendo así este poemario en un homenaje a sus propios sentimientos, los cuales moldea sin tapujos y a corazón abierto.
A fn de cuentas, Vidal Bis nos invita a su íntima morada, a su guarida, ejerciendo de anftrión acostumbrado y recibiéndonos desnudo, con esa desnudez de los poetas que aman las palabras y sus milagros, y con la sencillez y la humildad más puras. Así es Vidal Bis, sencillo, humilde, poeta de la vida.