Criada entre todos los desarraigados sociales que pululan por una zona marginal de la ciudad, la Francesa y sus colegas malviven en un mundo hostil desde que amanece hasta que anochece. Es un mundo sin futuro ni alimentos de esperanza, donde solamente existe el presente más inmediato. Al igual que en los animales solamente prevalece el instinto irracional de supervivencia. En ese submundo poco a poco la figura de La Francesa emerge desde el último peldaño de indigencia recuperando su dignidad humana y la firme personalidad que anidaba en el fondo de su ser. Los tipos creados por el autor; El Yanki, El Rabomona, El Señorito y, sobre todo, Lucerito y la Abuela libertaria dejan su impronta de desarraigados a lo largo de sus apariciones. Prescindiendo de narración superflua a través de los diálogos se nos muestran cual una obra teatral en toda su esencia.