¿Quién es Pardales? En estos relatos viene a ser el narrador omnisciente, aunque
pocas veces ejerza como tal, más bien, se le puede considerar omnipresente, se
erige en protagonista de los cuentos, directa o indirectamente, o delega sus funciones
de “sabelotodo” en un contador, caso de los ripios del cartero, el pintor,
Anacleto; el enterado de la boda de la bromista Marcela, invitado en la de Marta
y Cosme, en las matanzas de los cerdos de Bernardino y Baldomero. También
parece haber vivido de cerca los avatares de Faustino y Faustina y los amoríos
veraniegos entre una vaquera y un pastor.
Como apreciará el lector, no es el mismo Pardales aquel que viajó a los carnavales
de Cádiz, el mercader que compraba y vendía trigo, el indigesto por glotón, el
pescador furtivo de cangrejos o uno de los dialogantes chismosos que critican y
comentan con pocas palabras, todo lo que se mueve en un pueblo sin nombre
que pudiera ser el de cualquiera.
Pero Pardales es un personaje literario, vivo para mí. Pardales era el Jaimito de
todos los chistes y chascarrillos de mi difunto padre. Ya fuera la estrella de sus
cuentos y relatos un cura, alcalde, ministro, médico, comandante o recluta. Su
personaje siempre se llamaba Pardales.
Heredé para mí ese actor protagonista, sigue vivo y confío en que me sobreviva
también a mí.