Sin ninguna pretensión literaria. Sólo deseo reflejar mis vivencias y mis sentimientos en estas mis memorias escritas, que forman parte de mis recuerdos, pero muy especialmente de las personas que ya no existen: Conchi, mis padres, mi abuela, mi tío Manuel, mi suegro o Carmeli. Mi detención de 52 horas en el año 1968 me hace comprender lo que han pasado tantos hombres y mujeres que han estado años en la cárcel por conquistar la libertad. Batallé con pasión hasta en la enfermedad, como cuento en el libro. No quedaron secuelas, pero podían haber quedado. Batallas como la huelga de las mil viviendas de La Paz en 1969 y la de los pisos de Santa Cruz, o las experiencias de la emigración en Alemania y la de haber administrado durante cuatro años mi pueblo, junto a otros camaradas, cuando fuimos elegidos democráticamente en 1979. También, como se muestra en la foto de esta contraportada, mi amistad con Santiago Carrillo. Fue la última vivencia con él en su casa de Madrid. Muy satisfactoria como todas las anteriores. Tengo la satisfacción de que la mayoría de las personas que me acompañaron en todas esas batallas sigan siendo hoy mis amigos y amigas. Lo hago para dejar a mis nietos, si vienen, mis experiencias. Para liberar mi mente de tener que recordarlo todo cada día, y así evitar olvidos. En fin, para que lo leáis y me deis vuestra opinión.