Como las imágenes que se dan cita en un espejo, la real y la virtual se entrelazan los dos planos narrativos de esta novela. En el real, las dudas de un escritor sin éxito que se aísla todos los fines de semana en la redacción de su última novela, animado por dos incondicionales que revisan y orientan su producción literaria. En el plano de la ficción, el ataque a la biblioteca virtual de la universidad, que pretende trastocar los textos clásicos convirtiéndolos en palimpsestos.
El relato consigue de forma original hacer verosímil, que se reproduzca el raspado de los códices antiguos de pergamino (práctica usual en los scriptorium de los conventos de la Edad Media), trasladándolo a Internet y utilizando las nuevas tecnologías. Todo ello en un intento de monopolizar el conocimiento por parte de una organización desconocida. Como telón de fondo, dos instituciones que compiten desde antiguo y se enfrentan en la consecución de sus objetivos.
Los elementos del thriller y de la novela negra comparecen en el relato, en un intento de deslindar ambos, y tratando de aportar una velada crítica sobre los excesos narrativos que se dan en el género.
Los personajes, bien perfilados, pasan de la imagen del espejo a la realidad, pues queda evidenciado que el autor va describiendo a las personas de su entorno y metiéndolas en la trama de su novela.
De agradable y fácil lectura, da ocasión para reflexionar sobre algunos retos de la comunicación actual, y de la fragilidad a la que se enfrenta el libre pensamiento, ante los ataques de un hegemón de pensamiento único que pretende dirigir los destinos del mundo.
Con esta novela, Francisco Pérez Baldó da un salto cualitativo en su producción, pasando de los relatos de personajes populares y de la intrahistoria de su Almería natal, a la ficción pura, demostrando una fértil imaginación en la construcción de la trama y en el recorrido vital de los personajes.