—Ya no vas a estar más así. He encontrado una casa donde vais a vivir tranquilos, lejos de las angustias y con el miedo de que vengan a echaros de aquí —le dijo ella mientras mi madre, resignada, comenzó a recoger todas las cosas. Sintió cómo la vida le daba la espalda una vez más. En los momentos buenos siempre estaba rodeada de gente; risas para arriba, risas para abajo. Nochebuenas, Navidades, fines de año juntos. Parecíamos una familia muy unida… En un momento dado alzó la mano, quiso tocar el cielo, pero vio que era imposible, no podía hacerlo. Lo único que la animó a seguir intentándolo fue una razón muy importante para ella: sus hijos. Una historia llena de fortaleza, reflexión y mucho sentimiento en la que, gracias al ejemplo de lucha de una madre, se demuestra cómo después de muchos obstáculos que nos pone la vida por delante, se puede salir victorioso y con más fuerza que nunca.