“Hacia el centro del laberinto” es la actitud vital que ha de permitirnos transitar por la vida con conciencia y con algún propósito o al menos alguna curiosidad. Ese centro se invoca con la convicción de que la sagesse es el bien humano más preciado y difícil de encontrar, un lugar real e imaginario donde la búsqueda de aprendizaje y conocimiento encuentra su recompensa. Ese centro es también un lugar de llegada, una vez culminado el proceso de crecimiento personal que representa peregrinar por los pasillos del laberinto vital. Esa llegada bien puede entenderse con las palabras de Rabindranath Tagore: “Del corazón de la materia proviene el grito angustioso — despierta, despierta, gran Shiva. Nuestro cuerpo se incomoda con sus leyes fijas y rígidas. Danos nueva forma. Canta nuestra destrucción. Que iniciemos una nueva vida…”