El último adiós es autobiográfico, escrito casi todo en la primavera de 2018, y relata la última relación amorosa de un hombre de setenta y tres años. La relación termina, la mujer se va y queda la amarga sensación de que la vida, ya en su ocaso, no puede ofrecer otra oportunidad. Pero también es una oportunidad para seguir evolucionando, para alcanzar el amor divino y una vida arropada de espiritualidad, en donde la naturaleza va a ser finalmente amada de verdad, va a ser la base, el centro para cultivar un amor que se vuelve universal. Y también la oportunidad para alcanzar una soledad creativa. Y de aquí se recupera Desnuda soledad, un poemario compuesto en 2004 y nunca publicado. Un poemario dedicado al genial pianista canadiense Glenn Gould. Un poemario que quiere ser un himno a la soledad. Hay que amarse y saber estar solos, relativamente solos porque puede que haya amigos y amigas virtuales que llenan el tiempo de belleza y de cultura: el mismo Gould, Hildegarda von Bigen, Orlando Gibbons, Carlo Gesualdo, J. S. Bach, W. A. Mozart, Frederic Chopin… Safo, Petrarca, Goethe, Emily Brontë, Federico Garcia Lorca, Pablo Neruda… Homero, Dante, Shakespeare, María Zambrano… El Greco, Raffaello, Leonardo, Van Gogh, Hilma af Klint y muchos y muchas más. Esto crea una verdadera riqueza interior y permite en las relaciones humanas ir más allá de la soledad; las relaciones humanas se vuelven enriquecedoras, sólidas y duraderas. Sin riqueza interior poco o nada se puede hacer. Las relaciones humanas sin base de cultura y belleza y motivadas solo por el atractivo físico, por el dinero y bienes materiales serán muy pobres, incluso si el dinero es mucho y las posesiones son muchas.