Charlamos con M. A. Zammer, autor de “Con dos cojones”, la sensacional propuesta que acaba de publicar la Editorial Círculo Rojo.
El objetivo principal de tu libro es concienciar al lector de la importancia de encontrarse con uno mismo, algo que, en un principio puede sonar raro, pero que es de vital importancia. ¿En qué consiste encontrarse con uno mismo?
Para mí, encontrarse con uno mismo es atreverse a tomar un viaje; la diferencia es que el final del viaje no es lo alto de una montaña, ni una playa paradisíaca, ni una meta, ni ningún objetivo en particular, sino más bien la paz, la tranquilidad que te da el conocerte a ti mismo, el saber quién eres y el identificar qué es aquello que realmente te da felicidad. En otras palabras, es ir en la búsqueda de tus características personales, es tener una cita contigo mismo y volver a conocerte sin vendas en los ojos, sin las mentiras que te han contado acerca de ti; es traspasar y cuestionar las propias creencias que tienes acerca de quien eres. En un proceso clínico, digamos que consiste en cuestionar prácticamente todas tus creencias nucleares para comenzar a ver al mundo y verte a ti mismo como lo que realmente eres, una persona maravillosa.
¿Y si al escudriñar en lo más profundo de nuestro ser encontramos cosas que no nos gustan o salen a la luz determinados demonios?
No sabes lo feliz que me hace que me hagas esa pregunta, porque precisamente esos demonios o esas «cosas que no nos gustan de nosotros mismos», son las partes que debemos aceptar para poder liberar nuestro magnetismo natural. Las personas creemos que somos un todo, pero la verdad es que ese todo está formado por muchas y diversas partes. Nuestra psiquis está formada por muchas partes de nosotros. Imagínate que cada una de esas partes a las que llamamos «demonios» no son más qué diferentes partes que están en nuestra psiquis y que son como niños heridos, niños tristes, rabiosos, lastimados, que en algún momento de tu vida, principalmente en la temprana infancia, pasaron por experiencias que les generaron malestar, o que les hirieron, y, en un momento dado, pensaron que la mejor manera de protegerse era así, comportándose de esa forma, pensando y actuando de la manera que tanto te disgusta a ti; pero la realidad es que todos los seres humanos somos buenos por naturaleza. El amor fluye en cada uno de nosotros. Por ejemplo, posiblemente ese capataz que salía por las noches del campo de concentración nazi, llegaba a su hogar, se quitaba el uniforme, y veía con amor a sus hijos o a su esposa. En realidad, estaba poseído por una gran mentira; no era capaz de ver lo que estaba haciendo y algo le hacía creer que era lo correcto, una parte de él, nada amigable y despiadada, estaba llevando el control dentro de ese sistema. Estaba cegado frente a cualquier tópico de su entorno sociopolítico. Y no lo estoy justificando, cuidado con esto, siento que fue una etapa de la humanidad muy dolorosa; estoy diciendo que, como psicólogo, mi labor es ver en todos mis clientes las partes bondadosas, amorosas, exitosas y valientes. Precisamente por eso, se dan los cambios en las personas que nos contratan, porque muchos psicólogos y coaches somos capaces de apreciar partes que ni siquiera ellos mismos son capaces de ver. Cuando nosotros las vemos, los clientes pueden reconocerlas también. Sin embargo, las situaciones que nos pasan en nuestra vida hacen que ciertas partes de nosotros, que se sintieron heridas, se tornen de una forma determinada con la intención de protegernos, por ejemplo, convirtiéndose en parte manipuladoras, en partes mentirosas, en partes envidiosas, en partes egoístas o competitivas, en partes burlonas, en partes vergonzosas, en partes inseguras, en partes sumisas, etcétera. Sencillamente, todas esas partes que nos da miedo conseguir en nosotros son fracciones de nuestro ser, patrones que creímos en un momento dado que eran la mejor forma de protegernos. Darse cuenta de que ese modus operandi inconsciente cumplía su función cuando fuimos niños, pero que ya no sirve para obtener la protección que queremos, es reconocerte y volvemos a la respuesta de la primera pregunta. Esas partes son las que debemos confrontar y cuestionar. Eso es cuestionarte a ti mismo desde una perspectiva cognitivo conductual.
Todo el libro gira en torno al acrónimo CASA (conócete, acéptate, suéltate y atrévete). Ese es el camino, ¿no?
Bueno, hay muchos caminos, pero dentro de mi experiencia personal y profesional cómo psicólogo y lifecoach -habiendo recorrido el camino de experimentar el bullying infantil, sin una autoestima saludable y siendo un joven bastante inseguro, para luego convertirme en una referencia dentro del mundo del coaching de seducción en España y Venezuela, y vivir enseñando y acompañando a tantos hombres a conectar con su verdadero poder interior masculino y liberar su atractivo natural para conseguir la felicidad, el éxito y la mujer de su vida, obtuve un background que me permitió desarrollar ese resumen, ese sistema -digamos-, para conocerte y liberarte al mundo con confianza. Consiste, básicamente, en conocer e identificar rasgos personales, creencias, complejos y miedos. El segundo paso, aceptarte, implica aceptar plenamente cada parte de ti, desarrollar tu autoestima, un autoconcepto saludable y sólido. Como tercera fase tenemos soltarte, que consiste en liberarte finalmente de esas ataduras mentales y emocionales para mostrarte al mundo con confianza, exudar y liberar tu carisma natural sin complejos; y finalmente, atreverte, que es el proceso de desarrollar el coraje para soltar realmente el pasado que no te deja dirigirte al futuro que deseas, y mantener la paciencia en tu vida, para saber esperar y aprender a disfrutar del proceso, mientras te diriges a lo quieres y aprendiste que mereces. Digamos que éste no es el camino, digamos qué es «UN CAMINO» más, nada más que eso. Pero, personalmente, y hasta ahora, creo que es el más divertido, el más práctico, el más seguro y el más armonioso que he conocido en todos estos años de experiencia personal y profesional. En todo proceso creo que debe estar la diversión, porque cuando olvidamos eso, el proceso se torna inconsistente y débil.
¿Qué le dirías a aquellos hombres que, después de leer tu libro, aún tuviesen miedo a tomar esa senda?
¡¡¡Les diría que ya comenzaron!!! ¡Enhorabuena! ¡¡¡Les diría FELICIDADES!!! Le diría que ya comenzaron a tomar la senda, que el viaje ya los ha tomado a ellos primero, ja, ja, ja. Creían que estaban tomando un viaje, pero el viaje ya les tomó a ellos al comenzar a leer este libro. Les diría que aceptaran el miedo como algo normal, porque, de igual manera, tendrán que convivir con él por el resto de sus vidas. Es un requisito de nuestro funcionamiento cognitivo, como la rabia y la tristeza; o aprendes a lidiar con ellas o vivirás eternamente engañado creyendo que algún día podrás vivir pleno. Pienso que hemos tergiversado el término FELICIDAD. Parece paradójico, ¿verdad? Muchas personas me buscan para quitarles el miedo y precisamente en el libro comento acerca de la importancia de estar en paz con él y no darle más importancia del que amerita. No hay nada de malo en el miedo, ¿o sí? Lo malo está en no tomar acción «a pesar del miedo», ojo. Si leíste este libro, ya estás mucho más adelantando que el 90% de la población mundial, o más, que ni se ha planteado la opción de dejar de buscar la respuesta afuera de sí mismo. ¡Así que Van bien! ¡Les daría las felicitaciones!
En el libro haces especial hincapié en que «la medicina» que aportas la has probado en ti mismo. Esto te diferencia de otros coach que aconsejan sin haber experimentado el problema que pretenden solucionar. ¿Crees que es necesario predicar con el ejemplo?
A ver, sí me diferencia y brinda más confianza y seguridad a mis clientes, sin embargo, no es necesario. Me explico: realmente no es necesario haber vivido una depresión para poder acompañar a una persona a salir de ella. Tampoco es necesario haber sido abusado o maltratado para poder ayudar a una persona a liberar los traumas emocionales que eso le pudo haber causado. Con esto me refiero a que muchos psicólogos y coaches ayudan y tienen el potencial de ayudar a otras personas, aunque ellos no hayan pasado por esa situación. Personalmente, pienso que es un malentendido. Los psicólogos y muchos coaches conocemos la manera de liberar los diversos traumas emocionales, pero no significa que hayamos tenido que pasar por cada uno de ellos para poder hacerlo. Lo que sabes hacer es liberar al paciente del trauma emocional o la creencia limitante creada a raíz de la experiencia. Sin embargo, la mayoría de mis clientes se sienten motivados de trabajar conmigo porque ven en mí «eso» a lo que ellos quisieran llegar. Sí, creo que predicar con el ejemplo es la mejor forma de hacer ver a las personas que tienen un potencial increíble, sin embargo, no creo que sea necesario, ni que sea la única forma de ayudar.
¿Cómo han afectado las redes sociales, y su preocupante exhibicionismo, en las relaciones humanas y, en particular, en el tipo de individuos al que está dedicada tu obra?
Las redes sociales han desarrollado una fantasía en las mentes de muchas personas. No estoy en contra de ellas; me encantan y, de hecho, las uso mucho, pero para transmitir luz, mensajes potenciadores y buen rollo. El problema es que solemos utilizar las redes para aumentar y exacerbar nuestra autoimportancia. Nos estamos volviendo adictos a los likes y estamos relacionando los likes con nuestro autoconcepto. Me explico: si tenemos muchos likes somos seres merecedores de amor, si tenemos muchos likes estamos felices, la gente nos quiere, somos buenos y somos cool. En cambio, si no tenemos los likes y la cantidad de seguidores que tienen otros, somos unas piltrafas o, al menos, podemos sentirnos así; sentimos que estamos solos en el mundo, que nadie nos quiere; es decir, vivimos en una fantasía, en la fantasía de creer que estamos todos conectados, cuando realmente estamos muy desconectados. Por ejemplo, por el hecho de que sabemos que tenemos un amigo en Facebook y vemos sus fotos y él ve las nuestras, nos sentimos conectados, ¡¡¡¡pero es falso!!!! ¡El tiempo pasa volando! Nos damos cuenta y llevamos cinco años sin hablar con esa persona, pero, de hecho, ese amigo que nosotros teníamos ya ha cambiado y nosotros seguimos creyendo en la fantasía de que es nuestro mismo amigo de hace diez años. La verdad es que él ya es otro. Todos cambiamos en el tiempo, maduramos y soltamos cosas, hábitos, creencias y patrones durante el camino.
El otro problema es que normalmente en las redes sociales solemos poner las cosas buenas (nuestras vacaciones, nuestro nuevo corte de cabello, una sonrisa en un encuentro especial, un plato exquisito en un restaurante, etcétera). Aunque sea la única vez al mes que vas al restaurante, pones una foto y posiblemente otra persona que lo ve, que no puede ir ni siquiera una vez, se siente cada vez más frustrado porque cree que la otra persona se pasa la vida yendo a restaurantes. Es sólo un ejemplo, pero solemos proyectar en los demás nuestros deseos y a la vez esto nos hace sentir más frustrados, porque creemos que el resto de las personas viven más felices que nosotros. Pero no es verdad. Todos cargamos un montón de emociones encapsuladas en nuestro pecho que deberíamos comprender y liberar.
Pregunta difícil. ¿Qué es el carisma?
Me encanta esta pregunta. Me la estuve haciendo durante muchos años, hasta que llegué a la conclusión, que sigo manteniendo en la actualidad, de que el carisma es una transacción energética. Es “eso” que exudamos y que la otra persona recibe. Es esa sensación de bienestar que siente una persona al estar con otra que vibra en una frecuencia positiva. Ojo, a mi parecer es diferente al atractivo o al magnetismo, pero todos nosotros en algún momento hemos sido carismáticos, el carisma no es que «se tiene o no se tiene»; el carisma fluye a través de nosotros dependiendo de nuestro estado emocional, en un momento dado, y del entorno en el que nos encontremos. Podemos ser altamente carismáticos en un lugar y en momento determinado y en cambio, en otros entornos, generar desagrado o ni siquiera llamar la atención de nadie. Lo que sí es cierto, para mí, es que el carisma, el atractivo y el magnetismo sexual dependen de nuestro confort interior. Velo de esta forma. Cuando lo vemos así, todo se hace más fácil y nos damos cuenta de que si queremos realzar nuestro carisma, no tenemos que valernos de técnicas externas, sino resolver nuestros «rollos» internos (conflictos emocionales que no han sido elaborados correctamente en nuestra mente). Por eso, según mi opinión, es necesario, que estemos en paz con cada una de esas pequeñas partes de nuestro mundo interior de las que hablamos al principio de la entrevista.
¿Es esta una obra apta para mujeres? Yendo más allá, ¿pueden aplicar las mujeres algunos de los principios y enseñanzas que planteas?
¡Sí, claro! Es un rotundo sí. De hecho, invito a todas las mujeres a leer este libro porque los principios, los paradigmas, las creencias potenciadoras, no tienen género alguno. Lo que hace que este libro esté dirigido a hombres es la manera como fue escrito y narrado, la manera de dirigirme al cerebro masculino para que éste pueda captar más eficazmente los mensajes. Sin embargo, esto no significa que las mujeres no puedan comprenderlo. De hecho, como psicólogo y lifecoach también hago sesiones terapéuticas y talleres con mujeres y en mi próximo libro hablaré de los mismos principios, pero explicados de una manera tal que el cerebro femenino pueda acceder de forma más rápida a este conocimiento. Pero aún falta para ese momento, por ahora las invito a comenzar con este libro.