Tal y como les pasa a los gemelos, un géminis se compone por dos cuerpos unidos en un mismo alma. A veces uno de esos cuerpos permanece estático en el pasado mientras otro va directo hacia el futuro, y ambos son capaces de sentir lo que siente el otro a pesar de la época, de las circunstancias y de las vivencias experimentadas por cada uno de ellos. En este libro podréis ver cómo uno de ellos habla del ayer, cómo otro lo hace del mañana, y cómo también, unidos, crean un presente donde, a pesar de la distancia de quiénes fueron y quienes serán, estos se vuelve a encontrar en el hoy y justamente es ahí donde surge la magia de cada poema: de un presente que los abraza, de un instante que los une, de un momento que los marca y los obliga a tener las mismas manos y a leer con unos mismos ojos. Géminis siente como dos, ríe como dos, llora como dos, todo como dos. No es difícil entregarse de pleno a él puesto que actúa de espejo continuo hacia cualquiera que lo lea, ya que cada uno de nosotros estamos siempre entre “equis” e “y”. Entre lo que se quiere y lo que se debe. Entre lo que se necesita y lo que se ama. Entre lo que se ha de olvidar y lo que no se puede dejar de recordar. Todos tenemos dentro a esos niños que corretean por el parque y se ayudan a bajar por el tobogán y a esos ancianos que se cogen del brazo por si el otro se tropieza. Porque uno no es sólo hoy, sino también el ayer y el mañana. Y cuando el tiempo pretérito y el futuro se dan una tregua, sólo queda rezarle a un ahora, justo como este que te está permitiendo leer la contraportada de este poemario y que te da la bienvenida a cada una de sus palabras, a cada uno de sus sentimientos e historias repletas de recuerdos guardados por los gemelos que juegan dentro de su autora y que han decidido hablarte a través del papel. Espero que, al leerlos, también seáis capaces de entender a los vuestros. Y que sepáis elegir bien qué es lo que cuenta; no que uno esté atrás y el otro no sepa hacia dónde va, sino que ambos siempre vuelven a encontrarse y a abrazarse, y cuando eso sucede sólo existe un único tiempo: el del ahora.
Candela Tuck