La obra se sitúa en una ciudad, una urbe estandarizada actual que podría ser cualquiera. El poeta denuncia la alienación y deshumanización de los urbanitas como las sociedades actuales, incluso recala en sus habitantes tópicos… Se adentra en la percepción de la misma con sus ciudadanos avanzando hacia robotización que los convierte en ciudadanos obedientes y faltos de criterio, que viven sus vidas diluidas en la rutina cotidiana y la mímesis con una felicidad mentida por la publicidad y fundamentada en la presencia y no en la esencia, en la que sus habitantes viven para el escaparate ajeno y se han vaciado de sentimientos… Hace hincapié en el hastío, el sentimiento de alienación personal y colectiva, denuncia la hipocresía, el escepticismo, la violencia, la guerra y una vida vacía de contenidos, atropellada por el vértigo cotidiano y la ambición de quienes la dominan. Violenta, insolidaria y superficial y, por supuesto, no renuncia a mostrarse a sí mismo en sus sensaciones y su forma de huída de cuanto nos agobia: el sexo, la huída hacia la Naturaleza y la necesidad imperiosa de desconexión… Dando una visión amarga y sin esperanza en la que los individuos, y él mismo, son devorados por la sociedad urbana, los poderosos, el dinero… y, en definitiva, la inercia acomodaticia del Sistema…