La tragedia de Hipólito y Fedra es una adaptación novelística de lo que en la historia de la literatura se conoce como Motivo de Putifar, basada en los elementos míticos que Eurípides utilizó para escribir su segundo Hipólito. Se trata, pues, de una crónica de las trampas que Fedra urdió para intentar seducir a su hijastro Hipólito, fruto de un anterior matrimonio de Teseo, su marido y rey de Atenas. Esta tragedia de Hipólito y Fedra está enmarcada, por lo tanto, en esa tradición literaria del mito de Fedra, que transcurre desde la Grecia clásica hasta nuestros días, en los campos del teatro, la poesía, la novela, la biografía, el ensayo y la ópera. Y tiene unos rasgos y unos objetivos que la diferencian del resto de obras de diferentes géneros escritas con anterioridad sobre estos personajes: a) La desaparición del informador omnisciente, dejando el peso de la narración a los personajes de la trama, que dejan traslucir una sustancial vida interior. b) La incorporación de elementos descriptivos propios de la novela del periodo helenístico, como aventuras fantásticas y viajes entre los elementos desatados. c) La intervención de los dioses olímpicos en la trama, conscientes de su papel y de su naturaleza. d) Las motivaciones que Fedra tiene para su conducta, que trascienden con holgura la mera especulación voluptuosa. e) El intento de acercamiento al primer Hipólito de Eurípides, rechazado por el público ateniense y del que solo quedan unas docenas de versos, en el que, según los cronistas de la época, se mencionaban abiertamente los deseos amorosos y se ponía en duda la existencia del Olimpo. Así pues, La tragedia de Hipólito y Fedra es, al mismo tiempo, un homenaje a la literatura clásica y una ruptura con ella, pues conjunta los motivos tradicionales con la innovación literaria.