Dolores y Natael son dos pasajeros en un viejo tren peruano. Aunque no debería haber sido así, terminan sentados juntos. A pesar de la distancia que separa sus mundos y sus vidas, una fuerte curiosidad mutua va consolidándose entre ellos a medida que su conversación y su viaje avanzan. Dolores es mestiza, tiene más de setenta años y viaja a Arequipa para visitar y despedirse de un viejo amigo enfermo antes de que muera. Natael es un joven aventurero procedente del sur de España; lleva un tiempo viajando por el mundo después de sufrir un desengaño amoroso. Se niega en rotundo a resignarse y admitir como propios los fracasos que el destino parece tener preparados para él. Recorrer entornos naturales y camuflarse entre la gente auténtica que los habita lo conducen en busca de un esquivo personaje con el que poder identificarse por fin. Aunque nunca hubiera podido imaginar el descubrimiento que le proporcionaría decidirse a romper con todo. Sus historias motivan y rejuvenecen a Dolores, que aprovecha para recuperar los recuerdos más importantes de su vida. Sin darse cuenta, ambos pasajeros van entretejiendo sus vivencias hasta sentirse profundamente vinculados en la intransferible realidad del otro. Recrean sus viajes por Cuba, Los Andes, la selva amazónica, África, Chile, Nepal, Costa Rica… mientras se protegen mutuamente de las esquirlas desprendidas por la violenta lucha entre el tiempo y la memoria. Después de todo, todavía les queda un poco más de tiempo antes de llegar a Arequipa.