Esta obra surge de una inquietud, la que suele embargar a las personas cuando llegan a una edad que, convencionalmente, admitimos como de entrada en la vejez.
Inquietud sólidamente fundada, en la medida en que con frecuencia asociamos la vejez con un deterioro general del organismo, falta de expectativas motivadoras y, sobre todo, el temor a convertirse en una carga; en definitiva, con achaques, declive y soledad.
Aun admitiendo esto como cierto, no lo es menos que a la persona recién llegada a la vejez, una vez liberada de las servidumbres del trabajo, se le abre una etapa pródiga en oportunidades y opciones para realizar —según posibles, fuerzas y aficiones—, aquellas actividades que más le gusten, con las que disfrutar y divertirse, al tiempo que cultivar el cuerpo y la mente, relacionarse socialmente y realizarse; son, generalmente, de carácter deportivo, físico, intelectual, cultural y filantrópico, practicadas por afición, hábito y conciencia de su conveniencia o necesidad.
Por lo común, a la persona mayor le adornan, además, una serie de valores que enriquecen su personalidad y le otorgan un aura de respeto, confianza y credibilidad
Precisamente, la combinación de esas actividades y estos valores con hábitos de vida saludables le permite alcanzar una cota de bienestar, capaz de despertar en ella la alegría de vivir, con que sobrellevar las taras de la vejez; si no una Arcadia feliz o Paraíso terrenal, sí nos proporciona motivos para cambiar la inicial percepción de preocupación por la de una existencia amable y gozosa a la que aferrarse.
Hablamos de un régimen de vida en sintonía con los postulados propugnados por la OMS, en la acuñación que conocemos por envejecimiento activo, tendente a ampliar la esperanza de vida saludable y la calidad de vida de las personas mayores. En este contexto cobra sentido la expresión de que cada cual es, en parte, artífice de su vejez, concepción, por cierto, ya presente en Cicerón.
Dado que la vejez culmina con el tránsito a la muerte, cabe esperar que sirva de aprendizaje y ayuda para asumirla con serenidad y aceptarla de conformidad a los designios divinos alumbrados por la fe, o a los planes de la Naturaleza los no creyentes.