¿Por qué el relato corto como medio de transmisión?
El relato corto, si está bien construido, puede ser muy eficaz. Especialmente en la actualidad, porque vivimos inmersos en un mundo lleno de estímulos en el que la información y la comunicación nos desbordan, dejándonos apenas tiempo para la intimidad y la lectura. A veces siento nostalgia del siglo XIX y de esos grandes novelones que las pocas personas que entonces sabían leer disfrutaban durante tardes enteras junto a la chimenea. Pero hay que adaptarse, y el relato es un medio literario extraordinario, que, bien utilizado, puede compendiar la esencia de las grandes novelas. No busca tanto el entretenimiento, como la efectividad de la comunicación y la reflexión. El otro día, sin ir más lejos, leí un artículo en el que describían como ahora los libros cortos triunfaban por encima de los largos. Estos son nuestros tiempos.
¿Hay algún relato, dentro de esta maravillosa antología, que pueda considerar su favorito?
Sí, el segundo. Se titula Café solo, bien cargado y con dos de azúcar. Precisamente una de las cosas que más me ha emocionado al publicar el libro es que los lectores me escriben y me comentan sobre cuáles son sus relatos favoritos y, la verdad es que me he sentido muy feliz al comprobar que todos, los diez, han sido los preferidos de alguna persona. Aunque claramente triunfan algunos como Vestido blanco o La base, pero para mí, como autora, es una satisfacción enorme comprobar que no hay ningún patito feo entre ellos.
¿Hay algo de real en estas historias que componen Una mariposa en el café?
Lo real está en la esencia de todas las historias. Como dice Germán Sánchez Espeso en su prólogo, todas giran alrededor del drama que compendian dos antiguos adagios: «Conócete a ti mismo», del oráculo de Delfos, y «Solo sé que no sé nada», de Sócrates. Mi intención al escribirlos ha sido desnudar al ser humano, mostrando sus paradojas y sus inevitables contradicciones. Todas las historias, salvo una, son inventadas, aunque en ellas aparecen en muchas ocasiones personajes que están basados en características de personas de carne y hueso que he conocido a lo largo de mi vida. Un barco en el puerto, la historia narrada al unísono por los tres hermanos, responde a un hecho real acontecido a mi familia materna en 1939 en el puerto de Pasajes, en Guipúzcoa. Es un fragmento de la tremenda y complicada época que mis abuelos y sus hijos, es decir, mi madre y mis tíos, vivieron a raíz de la Guerra Civil española.
Si tuvieses que recomendar Una mariposa en el café, ¿cómo lo harías?
Pues, en primer lugar, diría que es un intento de reflejar el alma humana en el que cada lector se podrá encontrar, a través de los más de treinta personajes que reúne el libro, consigo mismo y con sus contradicciones. Y todo ello de una manera sencilla, fácil de leer, aunque quizá no tan fácil de asumir. Nos cuesta mucho reconocer que no somos quienes creemos ser. Soy psicóloga y nada me gusta más que confrontar lo que las personas somos y hacemos con lo que soñamos que nos gustaría ser y hacer.
En segundo lugar, me gustaría destacar que todos los beneficios de la venta del libro están destinados íntegramente a la asociación ASOMARTE, cuya finalidad es mejorar la calidad de vida de las personas que sufren enfermedades estigmatizadoras y sensibilizar a la sociedad para luchar contra la discriminación que sufren. Por eso, animo a todo el mundo a que lo compre. Es muy sencillo, solamente tienen que escribir al correo de la asociación: asomarteenpositivo@yahoo.com y enseguida recibirán un ejemplar en su domicilio. Disfrutarán de la lectura y estarán contribuyendo a romper estigmas que causan dolor y marginación a las personas, especialmente las mujeres, que padecen enfermedades.
Una pregunta habitual, pero necesaria: ¿Cuáles son tus referencias literarias y cómo han influido en Una mariposa en el café?
Mis referencias literarias son múltiples y variadas y, naturalmente, es posible que muchas de ellas se vean reflejadas en estos relatos. Pero, por tratarse de relatos, destacaría a Julio Cortázar y a Borges, aunque mis historias no pertenecen al género fantástico ni tienen la genialidad de estos grandes maestros de la literatura. Pero la persona que ha sido el verdadero motor de este libro es el magnífico escritor cubano Ronaldo Menéndez. Fui discípula suya hace más de diez años y me contagió su entusiasmo y su dedicación. La palabra clave es el trabajo: volver sobre lo mismo una y mil veces hasta que de verdad sientas que tiene el efecto buscado, que el relato, digámoslo en términos mecánicos, ¡funciona! Asimismo, tengo que mencionar a Germán Sánchez Espeso, que me ha aportado la perseverancia, la necesidad de seguir batallando con cada fragmento, de no conformarme nunca, porque todo, absolutamente todo es mejorable.
¿Algún proyecto literario en ciernes?
Dos. Una novela corta, de género policiaco, que estoy concluyendo, después de más de diez años de trabajo y que me gustaría publicar antes de que termine el año. Y un nuevo libro de relatos, que será una especie de continuación de este. Muchos lectores me han preguntado al terminar algunos de los que componen Una mariposa en el café: «¿y qué pasó después?». Es algo que solamente yo conozco, que tengo en mi mente, incluso en algunos casos está ya escrito, pero no podía aparecer en este primer libro porque los relatos acaban donde tienen que terminar, y lo que pasa a continuación con sus personajes forma parte de nuevos relatos. De momento, he empezado ya a preparar dos: La isla y El violinista. Estos son los títulos que provisionalmente les he puesto, y se encuentran aún en estado embrionario. Uno de los prodigios de escribir es empezar a construir la narración con una idea clara de a dónde quieres llegar, para darte cuenta después de que la historia puede ser mucho mejor y más ambiciosa de lo que en un principio había creído. La propia acción de escribir te conduce a lugares nunca sospechados ni imaginados. Para mí, la escritura es un instrumento necesario para estimular la imaginación.
¿Le gustaría explorar algún otro género literario?
Sí, como ya he dicho antes, estoy concluyendo una novela negra. Se titula Valium 10 y espero verla publicada a finales de año.
¿Quién es?
Mar Echenique (San Sebastián, 1962). Estudió Psicología porque nada le parecía más digno de análisis que el comportamiento humano. Escribe, desde que aprendió a hacerlo, sobre esa red que tejen a nuestro alrededor las relaciones personales. Se inició en la escritura de ficción durante su infancia, con novelas cortas de aventuras, encuadernadas por ella misma. A los 12 años ganó el primer premio de un concurso literario. A los 14, sus compañeras se disputaban su cuaderno, para devorar el nuevo capítulo de una larga saga titulada Love story, en la que narraba las vivencias de una pandilla de adolescentes. Pero a los 16, cuando leyó los relatos de Cortázar y de Borges, le sobrevino el pudor, la necesidad de batallar con cada fragmento del relato, con cada rasgo de sus personajes, antes de mostrarlos en público.
Una mariposa en el café es su primer libro, pero los diez relatos, y los más de treinta personajes que lo componen, empezaron a forjarse hace más de una década. Fruto de su dedicación han llegado a ser lo que son y a presentarse ahora ante el mundo con todos los matices que entrañan los inasibles claroscuros de la conducta humana.