En el siglo XVI, iniciada la Edad Moderna, dos lunáticos portugueses deciden ir a Sevilla —la ciudad más rica e importante de Europa—. Fernando de Magallanes y su amigo Ruy Faleiro tienen un plan para llegar a las islas de las Especias, las Molucas. Un joven rey de 17 años, nacido en Gante (Flandes), llega a España dispuesto a asumir la regencia de la corona castellana, supliendo a su madre la reina Juana. Las especias —clavo, nuez moscada, canela, pimienta, etc.— son codiciadas por mercaderes y reyes. El monarca portugués tiene el monopolio marítimo para llegar a aquellas islas, navegando hacia el este por el sur de África. España y Portugal se reparten el mundo conocido y por conocer. Con el tratado de Tordesillas los dos reinos establecen una línea imaginaria, un meridiano situado en la mitad del Atlántico. Los territorios descubiertos hacia el oeste de esta línea pertenecerán a España y los situados al este serán de Portugal. La corona castellana, representada por el rey Carlos, asume la financiación del viaje de la flota de las Especias que viajará hacia el oeste. Sólo hay un problema que solucionar para que alcance su meta: el nuevo mundo, América, se interpone en su camino. Cinco naves salen de Sevilla el 10 de agosto de 1519. La flota encontrará un estrecho en el sur de América que la conducirá hasta el mar de las islas Molucas, pero el viaje no será fácil: una larga y complicada navegación les espera hasta alcanzar su objetivo.