En una parroquia llamada Parderrubias cercana a Vigo, nació una niña con el pelo rubio como el trigo y los ojos verdes claro, su nombre era Violeta. Sus padres la tomaban por loca —¡bendita locura!, pienso yo—, pues se le antojó, según su madre, que en su casa vivía un ratón -menudo ratón-.
Ese animalito sacó de la miseria a varias familias ayudando a los niños elegidos por él, no sin antes haber sacrificado a otros que no eran los elegidos (no a conciencia, solo que tenía que saber quién era el elegido). Escrangel se llamaba rey de los nustredorianos -sí, así es-, ya que procedía de Mustrédor, situado en una galaxia bastante lejana.
A Violeta le impusieron algo, por circunstancias de la vida, que fuera la elegida para salvar mundos desconocidos por ella. Le dieron una cruz y una espada para hacerlo, cruz y espada que tuvo que utilizar por el bien de todos.