Me han pedido que escriba aquí “dos palabras” sobre el libro que tienes ahora entre tus manos. Y, por supuesto, lo haré con gusto. Soy uno de los personajes de uno de los cuentos que hay dentro, pero no diré mi nombre. No soy tan vanidoso. Quede la gloria para el autor del libro, quien, al menos, reconoce la importancia de otras personas a la hora de crear estas historias. Así que detrás de cada cuento hay muchas voces de amigos, familiares, de conocidos, de desconocidos, de autores clásicos… En ocasiones, lo deja bien claro: la historia es una traducción, un manuscrito hallado… Los cuentos suelen tener dos partes muy claras. También hay dos mundos reconocibles: el pueblo (con sus montañas, su río, sus gentes, costumbres, su fuerza telúrica, los recuerdos) y la
biblioteca (la pasión por los libros, la cultura, el pensamiento, el arte). En varios cuentos, esos dos mundos se mezclan de forma hábil. Bien sé que la mayoría los ha escrito a mano; sin embargo, algunos han sido creados directamente en el ordenador. ¿Dos estilos? No se puede afirmar del todo, pero algunos suenan académicos y pulidos; otros, coloquiales y sin revisiones. La
dualidad está presente en el libro, aunque suene pretencioso, como metáfora de la complejidad del ser humano, rasgo muy cervantino, claro. Los temas: los de siempre. Los personajes, los autores del libro y el gran ilustrador Kadir (las ilustraciones son tan buenas como los propios relatos o mejores) esperamos que disfrutéis (y que sufráis) con los cuentos. No hace falta leerlos todos. Si quieres, léelos de manera desordenada. Empieza por el que te parezca, ya sea por la sugerencia del título o porque el azar te llevó hasta esa página. También puedes leerlo de manera lineal. No conviene que leas más de dos seguidos: hay que dejarlos reposar. Un saludo desde el mundo de la ficción, ser real. “Ser real, dice”.