Nos encontramos en el año 1834: Fernando VII ha muerto y su viuda, la Regente María Cristina, intenta consolidar el trono en la persona de su hija, la niña Isabel II, de apenas un año de edad, contra las pretensiones y las intrigas de los partidarios del tío de la Reina, el Infante don Carlos. Mientras tanto en Antequera, una ciudad situada en el corazón de Andalucía, encrucijada de caminos y enclave agrícola y comercial en la España del siglo XIX, un asesino se empeña en representar una macabra escena con los cadáveres de quienes se han señalado en la defensa del nuevo orden liberal.
El inspector Antonio Castillo y el comandante José María Casasola se encargarán de investigar los acontecimientos bajo la mirada vigilante del conde de la Camorra, uno de los señores del lugar. Mientras tanto un anciano pero precoz capitalista, Vicente Robledo Castilla, confía a su diario los hilos de una historia personal que, aunque aparentemente aislada, conecta de modo directo con la serie de asesinatos y, a mayor escala, con el devenir histórico español a comienzos del reinado isabelino.