Este libro fue escrito en el año 2001 como el primero de los veintiséis escritos por ahora, hasta la fecha de hoy. Es una oración por la curación interna, por la sanación interior.
Lo que es más valioso, más preciado en nosotros, suele ser lo que no sabemos aceptar ni recibir. ¡Y justo este capítulo es digno del premio más alto! No de Nobel, ¡del cielo! Recibimos la recompensa, porque el juez supremo de la vida, con lágrimas en los ojos, encuentra en nuestras experiencias un parecido a sus experiencias. Y el juez supremo de nuestra vida será Jesús crucificado. En mi historia, Cristo es el presidente principal de la comisión, quien se
conmueve con lágrimas en los ojos y ve en nuestro vergonzoso Séptimo capítulo el parecido con su vida.
¿Recuerdas dónde lloró Jesús? Lloró frente a la tumba de Lázaro. Se conmovió profundamente y enterneció
viendo la tumba y a Lázaro, que había estado apestando, ya desde cuatro días, escondido entre las oscuridades de la roca. Se conmovió, pues vio el parecido consigo mismo. La tumba de Lázaro y la tumba de Cristo. Hermanas de Lázaro llorando y mujeres llorando delante de la tumba de Cristo. ¡Lo vio! Vio la muerte de Lázaro y su muerte. La resurrección
de Lázaro y su propia resurrección. Jesús vio un parecido con sus propias experiencias, que profetizó proféticamente…