Jaime es un niño tranquilo, ordenado y que tiene todo bajo control. Este modo de vivir causaba en él mucha ansiedad, ya que todo lo que se saliera de su control o significase un cambio en su entorno le hacía perder los nervios.
Sus hermanos pequeños se pasaban el día intentando jugar con sus cosas, eso le ponía muy nervioso ante el temor de que se estropeasen o se perdiesen, así que no compartía ni disfrutaba de sus juguetes.
Un buen día algo muy extraño le hizo cambiar su vida: se quedó encerrado en una gran pompa de jabón que deambulaba por el cielo. En ella estaba él solo y sus juguetes. Su gran ingenio y un importante cambio de actitud lo salvaron de esa situación.
A lo largo de la historia, Jaime aprende cómo la amistad está por encima de las cosas y descubre que la flexibilidad y las relaciones humanas son lo más importante para lograr la felicidad.