Se trata este de un texto que me obligué a escribir tras comprobar que mi propia hija ponía cara de póker cuando le hablaba, en castellano, por supuesto, pero incorporando palabras y giros propios de una lengua autóctona, del aguileño. Y es que, en nuestra tierra, hemos recibido tantas influencias: murcianas, almerienses, inglesas, etc., que hemos generado cientos de términos que nos son propios, y, muchas veces, exclusivos. La mayoría de ellos no se comparten en geografías vecinas; por ello, decidí hacer un pequeño Glosario para que el profano empiece a entender muchas de nuestras expresiones, incluida mi hija. Cierto es que las definiciones que hago de cada término o expresión no son muy formales, pero definen el término, al menos hasta donde yo deseo llegar. La mayoría de ellos tienen una fonética divertida, o chocante, al menos.
Solo quiero expresar un deseo: que quien lo lea se divierta la mitad de lo que yo lo he hecho escribiéndolo.